Hace muchos años una joven vivia en compañía de su madrastra y de sus dos hermanastras. La llamaban Cenicienta pues era ella quien se encargaba de hogar. Drizela y Anastasia las hermanas de Cenicienta no tenían que molestarse en los quehaceres domésticos. Su única ocupación consistía en lucir sus vestidos y en burlarse de la pobre Cenicienta, que no tenía ninguna prenda que se comparase con las de ellas cierto dio llegó una carta a la casa ¡Drizela Anastasia ¡ - llamó la señora -. ¡Escucha esto! A continuación leyó:
-Su majestad el Rey ofrecerá un baile esta noche, en el cual el príncipe heredero escogerá esposa. Todas las doncellas del reino deben asistir".
Entonces – dijo Cenicienta- también yo puedo ir.
-¿ Tú? –exclamaron sus hermanastras , echándose a reír-. ¿Tú?
-¿Por qué no? La invitación está dirigida a todas las doncellas del reino.
-Desde luego que puedes ir, Cenicienta –intervino la madrastra, sonriendo maliciosamente-, si es que terminas tus quehaceres y tienes algún vestido adecuado que ponerte.
-¡Oh , gracias! –repuso Cenicienta, y subió corriendo a su cuarto.
En el cuarto vivían unos ratones, con los que Cenicienta había hecho amistad, hasta el punto de haberles confeccionado unos trajes.
-¡Adivinad!-exclamó-voy a ir a un baile en el castillo.
-¡Bravo!-gritaron ellos.
Acercándose al ropero, sacó un viejo vestido.
-Hay que arreglarlo un poco - dijo-. Tal vez con una cinta y unas cuentas quede bien.
-¡Cenicienta!-gritó en ese momento la madrastra, y la muchacha bajó las escaleras.
-Quiero que friegues el suelo, limpies las ventanas y sacudas el polvo de los muebles .
-Pero...¡si todo esto lo hice ayer!
-¡Hazlo de nuevo!
Cenicienta se dio prisa en cumplir lo que le ordenaba, pero a cada rato surgían nuevas tareas .
¡CENICIENTA!
-¡CENICIENTA!
-¡CENICIENTA!
-¡Dios mío!-dijo Cenicienta!-. No me quedará tiempo para arreglar mi vestido.
-La señora y sus hijas han tenido ocupada a Cenicienta todo el día -dijo uno de los ratones.
Gus y Jack se dirigieron a la alcoba donde lashermanastras de Cenicienta se acicalaban.-¡ya no me gusta esta cinta!-decia enEste momento Drizelda.
-¡Ni a mí este collar! –agregó Anastasia,tirándolo al suelo.
Jack cogió la cinta y Gus recogió el collar.Ya con las prendas, corrieron al cuarto de Cenicienta.
-¡ Mirad lo que encontramos!- exclamaron.
-Con esto, el vestido de Cenicienta quedará muybonito –señaló Jack.
Los ratones se pusieron a medir, a cortar, a doblar ya coser.Con tanto trabajo, las horas pasaron volando
Cenicienta en tanto tenia que ayudar a sus hermanastras a vestise.Por fin, la
madastra anunció:
- Es hora de irnos al baile.¿Estas lista?
¿Cenicienta?
-No-repuso con tristeza-.No tuve
tiempo de arreglar mi vestido.
-Qué lástima -comentaron las hermanastras
- Debes aprender a trabajar más aprisa -observó la madastra.
Cenicienta, abatida,llegó a su cuarto,y allí...
--¡Sorpresa!- gritaron sus amigos.
¡Es el vestido más hermoso que he visto!-exclamó ella-. ¡Gracias, amigos míos !
Se vistió a toda prisa y bajó las escaleras.
-¡Esperen!-dijo. Iré con ustedes.Ya tengo vestido.
La madrastra y las hermanastras no daban crédito a lo que veían.
Pero entonces ...
-¡Mi cinta !- chilló Drizela.
-¡Mi collar!-aulló Anastasia.
Y en un momento arrancaron el collar y la cinta, y el vestido quedó estropeado.
-¡Vámonos! - ordeno la madratra-.
El príncipe os espera.
Y se marcharon al baile.
Cenicienta corrió al jardín, seguida de los ratones.
--¡ Cuánto deseaba ir a ese baile !-suspiró-.
Pero veo que mis deseos nunca se cumplen.
-¿Estás segura, hija mía?-dijo una voz.
Cenicienta alzó la vista y vio una anciana que llevaba una varita en la mano.
-Soy tu hada madrina -anunción la recién llegada-, y he venido a concederte tu deseo.
- Veamos - dijo el hada madrina -...
Necesito una calabaza y un perro.
¡Ah, allí están!
"¡Qué suerte! Y también... ¡ah, sí.unos ratones!"
Al oír lo que decía el hada, los ratones echaron a correr, pero el hada los detuvo con su varita.
Ahora- dijo -,las palabras mágicas: ¡BIBIDI,BABIDI, BU !
El hada hizo un pase mágico, y al punto ocurrieron las cosas más extrañas:
la calabaza se trasformó en una carroza; el caballo, en cochero; el perro, el paje; y los ratones en caballo
-Ahora sube, hija mía-invitó el hada.
-Pero. . .,¡mi vestido!
--¡Ah, sí ¡por poco lo olvidaba!
El hada pronunció de nuevo las palabras mágica y agitó su varita. al mirar hacia avajo Cenicienta vio con asonbroso que llevaba un ermosisimo vestido blanco y unos delicados zapatitos de cristal.
-¡Gracias, hada madrina!-exclamó.
-Recuerda una cosa- dijo el hada.-: a las doce de la noche desaparecerá el encanto.
- no lo olvidaré-repuso Cenicinta.
Y, subiendo a la carroza, partió hacia palacio.
En el castillo. el Rey se pàsaba de mal humor.
-Ya ha conocido mi hijo a todas las doncellas del Reino, y no ha encontrado una que le agrade-observó.
-Hay que darle tiempo - indicó el Gran Duque.
-¿Tiempo?¡ Si ya ha tenido bastante!
En ese momento, Cenicienta entró en el salón:
Al verla, el Príncipe se acercó a ella y , haciendo una reverencia, le dijo:
-¿Me concedes este baile?
-Con mucho gusto-contestó ella.
Desde ese momento, el príncipe no tuvo ojos más que para Cenicienta. Bailaron pieza tras pieza, ajenos a todo, mientras los invitados cuchicheaban entre si :
-¡Qué hermosa joven! ¿Quién será?
Las horas pasaron volando, pronto dieron las doce. Al oír las campanadas del reloj de la torre, Cenicienta se desprendió de los brazos del Príncipe y salió corriendo del palacio. En la carrera, se le perdió uno de los zapatitos.
|