viernes, 30 de marzo de 2007

Cenicienta



























Hace muchos años una joven vivia en compañía de su madrastra y de sus dos hermanastras.
La llamaban Cenicienta pues era ella quien se encargaba de hogar. Drizela y Anastasia las hermanas de Cenicienta no tenían que molestarse en los quehaceres domésticos. Su única ocupación consistía en lucir sus vestidos y en burlarse de la pobre Cenicienta, que no tenía ninguna prenda que se comparase con las de ellas cierto dio llegó una carta a la casa ¡Drizela Anastasia ¡ - llamó la señora -. ¡Escucha esto! A continuación leyó:


-Su majestad el Rey ofrecerá un baile esta noche, en el cual el príncipe heredero escogerá esposa. Todas las doncellas del reino deben asistir".



Entonces – dijo Cenicienta- también yo puedo ir.



-¿ Tú? –exclamaron sus hermanastras , echándose a reír-. ¿Tú?



-¿Por qué no? La invitación está dirigida a todas las doncellas del reino.



-Desde luego que puedes ir, Cenicienta –intervino la madrastra, sonriendo maliciosamente-, si es que terminas tus quehaceres y tienes algún vestido adecuado que ponerte.



-¡Oh , gracias! –repuso Cenicienta, y subió corriendo a su cuarto.



En el cuarto vivían unos ratones, con los que Cenicienta había hecho amistad, hasta el punto de haberles confeccionado unos trajes.


-¡Adivinad!-exclamó-voy a ir a un baile en el castillo.


-¡Bravo!-gritaron ellos.


Acercándose al ropero, sacó un viejo vestido.


-Hay que arreglarlo un poco - dijo-. Tal vez con una cinta y unas cuentas quede bien.


-¡Cenicienta!-gritó en ese momento la madrastra, y la muchacha bajó las escaleras.


-Quiero que friegues el suelo, limpies las ventanas y sacudas el polvo de los muebles .


-Pero...¡si todo esto lo hice ayer!


-¡Hazlo de nuevo!


Cenicienta se dio prisa en cumplir lo que le ordenaba, pero a cada rato surgían nuevas tareas .


¡CENICIENTA!


-¡CENICIENTA!


-¡CENICIENTA!


-¡Dios mío!-dijo Cenicienta!-. No me quedará tiempo para arreglar mi vestido.


-La señora y sus hijas han tenido ocupada a Cenicienta todo el día -dijo uno de los ratones.


Gus y Jack se dirigieron a la alcoba donde lashermanastras de Cenicienta se acicalaban.-¡ya no me gusta esta cinta!-decia enEste momento Drizelda.


-¡Ni a mí este collar! –agregó Anastasia,tirándolo al suelo.


Jack cogió la cinta y Gus recogió el collar.Ya con las prendas, corrieron al cuarto de Cenicienta.


-¡ Mirad lo que encontramos!- exclamaron.


-Con esto, el vestido de Cenicienta quedará muybonito –señaló Jack.


Los ratones se pusieron a medir, a cortar, a doblar ya coser.Con tanto trabajo, las horas pasaron volando


Cenicienta en tanto tenia que ayudar a sus hermanastras a vestise.Por fin, la


madastra anunció:


- Es hora de irnos al baile.¿Estas lista?


¿Cenicienta?


-No-repuso con tristeza-.No tuve


tiempo de arreglar mi vestido.


-Qué lástima -comentaron las hermanastras


- Debes aprender a trabajar más aprisa -observó la madastra.


Cenicienta, abatida,llegó a su cuarto,y allí...


--¡Sorpresa!- gritaron sus amigos.


¡Es el vestido más hermoso que he visto!-exclamó ella-. ¡Gracias, amigos míos !


Se vistió a toda prisa y bajó las escaleras.


-¡Esperen!-dijo. Iré con ustedes.Ya tengo vestido.


La madrastra y las hermanastras no daban crédito a lo que veían.


Pero entonces ...


-¡Mi cinta !- chilló Drizela.


-¡Mi collar!-aulló Anastasia.


Y en un momento arrancaron el collar y la cinta, y el vestido quedó estropeado.


-¡Vámonos! - ordeno la madratra-.


El príncipe os espera.


Y se marcharon al baile.


Cenicienta corrió al jardín, seguida de los ratones.


--¡ Cuánto deseaba ir a ese baile !-suspiró-.


Pero veo que mis deseos nunca se cumplen.


-¿Estás segura, hija mía?-dijo una voz.


Cenicienta alzó la vista y vio una anciana que llevaba una varita en la mano.


-Soy tu hada madrina -anunción la recién llegada-, y he venido a concederte tu deseo.


- Veamos - dijo el hada madrina -...


Necesito una calabaza y un perro.


¡Ah, allí están!


"¡Qué suerte! Y también... ¡ah, sí.unos ratones!"


Al oír lo que decía el hada, los ratones echaron a correr, pero el hada los detuvo con su varita.


Ahora- dijo -,las palabras mágicas: ¡BIBIDI,BABIDI, BU !


El hada hizo un pase mágico, y al punto ocurrieron las cosas más extrañas:


la calabaza se trasformó en una carroza; el caballo, en cochero; el perro, el paje; y los ratones en caballo


-Ahora sube, hija mía-invitó el hada.


-Pero. . .,¡mi vestido!


--¡Ah, sí ¡por poco lo olvidaba!


El hada pronunció de nuevo las palabras mágica y agitó su varita. al mirar hacia avajo
Cenicienta vio con asonbroso que llevaba un ermosisimo vestido blanco y unos delicados zapatitos de cristal.


-¡Gracias, hada madrina!-exclamó.


-Recuerda una cosa- dijo el hada.-: a las doce de la noche desaparecerá el encanto.


- no lo olvidaré-repuso Cenicinta.


Y, subiendo a la carroza, partió hacia palacio.


En el castillo. el Rey se pàsaba de mal humor.


-Ya ha conocido mi hijo a todas las doncellas del Reino, y no ha encontrado una que le agrade-observó.


-Hay que darle tiempo - indicó el Gran Duque.


-¿Tiempo?¡ Si ya ha tenido bastante!


En ese momento, Cenicienta entró en el salón:


Al verla, el Príncipe se acercó a ella y , haciendo una reverencia, le dijo:


-¿Me concedes este baile?


-Con mucho gusto-contestó ella.


Desde ese momento, el príncipe no tuvo ojos más que para Cenicienta. Bailaron pieza tras pieza, ajenos a todo, mientras los invitados cuchicheaban entre si :


-¡Qué hermosa joven! ¿Quién será?


Las horas pasaron volando, pronto dieron las doce. Al oír las campanadas del reloj de la torre, Cenicienta se desprendió de los brazos del Príncipe y salió corriendo del palacio. En la carrera, se le perdió uno de los zapatitos.





-Cuando llegó el príncipe a la escalinata, Cenicienta había desaparecido.
Lo único que encontró fue un zapato de cristal.
-¡Quiero casarme con la dueña de este zapato!-anunció y ordenó al Ggran
duque que la buscara.
Apenas en el camino a casa de Cenicienta,
el encanto cesó.La carrosa, el cochero, el paje y los caballos recuperaron su forma natural.
Tanbién desapareció el vestido de baile.
Al dia siguiente, el gran duque llevó el zapato a todas las casa de la ciudad,
buscando a la dueña .por fin ,lleó a la
casa donde Cenicienta vivía. Ella ajena alo que ocurría, estaba en su cuarto.
Drizela se probó el zapato, pero su pie resultó muy grande.

Luego se lo probó Anastasia, pero su
pie era muy ancho.


- Queda alguna otra joven en la casa


-preguntó el duque.


-No - repuso la madrastra.


En ese momento,Cenicienta apareció en lo altode la escalera.


_Y ella - dijo el duque .


-No es más que la criada- contestó la madrastra.


-De todos modós, se probará el zapato.


Y, en ese momento, Cenicienta sacó de su


bolsillo el otro zapato de cristal.


Haciendo una reverencia, el Duque dijo:


-Usted es la joven con quien desea casarse su alteza.


Asi pues ,Cenicienta marchó al palacio y se casó con el Principe.


Y, por supuesto, vivieron siempre felices.


FIN